Anoxia by Miguel Ángel Hernández

autor:Miguel Ángel Hernández [Miguel Ángel Hernández]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9788433916952
editor: Anagrama
publicado: 2023-01-04T05:00:00+00:00

6

¿De dónde ha salido ese pinchazo en las entrañas?, se pregunta en el coche de camino a casa. No tiene que cavilar mucho. Es capaz de reconocer como nadie esa mirada solícita e indefensa. Tuvo que lidiar con ella durante demasiados años. Pensaba que no la volvería a encontrar.

No sabe qué habrá entre el hombre y su hijo, pero sí tiene claro que no debería escapar uno a la responsabilidad adquirida con los padres. Ella, al menos, no lo hizo, y asumió esa responsabilidad hasta el final, cuando lo más fácil habría sido llevar a su padre a una residencia y quitarse de encima el problema. Ya ayudó a su madre a cuidarlo cuando, a mediados de 2004, le diagnosticaron la enfermedad. No será de un día para otro, les dijo el médico, llevará bastante tiempo, pero su padre dejará de ser quien ustedes conocen. Con el tiempo se apagará, se irá desvaneciendo poco a poco. Recuerda el drama de ese día. Lo lloraron como si ya hubiera muerto. Ella consoló a su madre. Estaría allí para lo que hiciera falta. Iván solo tenía cinco años, pero ella buscaría la forma de ayudar. Aun así, confiaba en su madre y estaba convencida de que, a pesar de los kilos y la úlcera en la pierna, ella era fuerte y podría cuidarlo hasta el fin, ese fin que, aunque aún tardase en llegar, todos habían comenzado a asumir. Pero la vida no responde a un programa ordenado de acontecimientos y, poco menos de dos años después, fue la madre quien se desplomó en el supermercado y ya no hubo manera de reanimarla. El corazón le había explotado.

A Dolores también algo le explotó. De repente, perdió a su madre y tuvo que encargarse de su padre. Era lo que había que hacer. Al menos, tuvo el apoyo de Luis. Para él tampoco había ninguna duda. Es tu padre, eres hija única, es lo que toca, lo que tienes que hacer; no lo vas a dejar solo. Él fue también quien planteó alquilar la casa del pueblo cuando instalaron la cama del padre en la habitación que antes utilizaban para planchar y guardar enredos. El dinero extra ayudaría a paliar la nueva situación.

Al principio, incluso Iván agradeció estar cerca de su abuelo. Pero nadie sabía aún lo duro que puede ser el alzhéimer y lo rápido que, a pesar de la supuesta lentitud que les había anunciado el médico, suceden las transformaciones. En pocos meses, el padre era ya otra persona, sobre todo cuando llegaban las noches. Es el cambio de casa, que lo ha acabado de trastornar, se decían. Ya se acostumbrará y regresará a la normalidad. Pero ni él se acostumbró, ni la normalidad regresó jamás.

Allí acabó la privacidad. Y, en cierto modo, también la vida con Luis. Antes incluso de su muerte. Eso lo ha pensado muchas veces: en aquellos años comenzaron a separarse. Esos fueron los años vacíos. Así los denominó ella, que aún no sabía que eran también los últimos años.

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